La primera idea importante y esencial que debemos concluir es que la competencia social se aprende. No estamos hablando de factores innatos que vienen determinados por nuestra dotación genética. Son capacidades que se adquieren. Por lo tanto, podemos desarrollarlas.
Es por ello que el emprendedor-empresario puede adquirir y/o potenciar su destreza social. Puede desarrollar su talento emprendedor y tenemos, fundamentalmente, dos vías para el perfeccionamiento de nuestra competencia social.
1. Bien por propia iniciativa. De nuevo hablamos de ponernos a la acción, de hacer cosas, de exponernos y experimentar la evolución de nuestras formas de hacer.
Si las habilidades sociales ya sabemos que se aprenden, y que son esenciales en los procesos de puesta en marcha de un proyecto empresarial, el siguiente paso será autoevaluarnos en este sentido. ¿Poseo este recurso personal?
Responde a las siguientes cuestiones:
• ¿Me relaciono con los demás en mi vida cotidiana de manera fluida, sin limitaciones?
• ¿Siento o identifico algún problema en mi marco de relaciones con los demás?
• ¿Me resulta difícil comenzar una relación con otra persona?
• ¿Sé expresar mis opiniones y demandas ante otras personas?
• ¿Me siento especialmente incómodo en algún entorno social, en algún contexto como el trabajo, acontecimientos sociales, cuando me tengo que presentar?
Al igual que hemos contestamos estas preguntas de forma personal, podemos acudir a personas cercanas con las que tengamos confianza y seguridad en su opinión imparcial para conocer su punto de vista sobre estas cuestiones relacionadas con nosotros mismos. Esto nos permitirá contrastar y alcanzar conclusiones mejor fundadas para poder planificar las acciones de mejora
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